En la radio sonaba una canción de Soda. Willow esbozaba una sonrisa cómplice, mientras su mirada se fijaba en algo que Angus hacía en el momento. Por la ventanilla asomé la cabeza – ¿por dónde agarro Daffy? – pregunté.
Daffy dejó por un lado sus burlas y se sentó en el borde de la palangana. En una mano sostenía un cigarro y con la otra se había sujetado a la parte interior de mi ventanilla. – Seguí recto –. Calculo que iba a unos 25 km/h. – ¡¡Ah no, cruzá aquí!! –. Las risas, la música, las sonrisas cómplices. Todo se desapareció. Silencio...
El retrovisor mostraba a Daffy tendido en el mojado asfalto de la colonia de la Zona 11, cerca del edificio del canal 3. Asustados corrimos hacía donde yacía; ¡¡¡los 10 metros más largo de mi vida!!! (Hasta ese entonces). – ¿Qué pasó? – preguntó. Willow dibujaba una cara de horror al ver gotas de sangre esparcidas por el asfalto. Angus y yo lo levantamos y lo metimos en el carro.
– ¿Qué hacemos? ¿Lo llevamos al hospital? –
– Ni mierda, y qué vamos a decir. Nos van a meter la verga. –
–Pero entonces ¿qué hacemos? –
A pesar de nuestras preguntas envueltas en pánico y confusión, el silencio todavía reinaba el ambiente. – Daffy, despertate– repetía Willow angustiada.
–Llévenme a mi casa– dijo Daffy, o al menos eso intentó, porque el golpe lo había noqueado.
–Pero te salió sangre, no creés que sería mejor que te llevemos a un hospital y ahí llamamos a tus papás–
–No, mejor llévenme a mi casa. Si los llaman del hospital se va a armar un gran vergueo con ustedes–
La casa de Daffy estaba a unos 10 Km. de ahí. –No siento la lengua– decía. Cuando llegamos a su casa, Angus y Willow lo ayudaron a entrar. –Vos quédate acá, porque si te ven te matan– me dijo al despedirse de mí. –No te ahuevés–. Intentó dibujar una sonrisa en su adolorida expresión.
5 minutos después Willow y Angus salieron. Se subieron al carro y no dijimos nada. El silencio había decidido no dejarnos.
Comentarios