Las 100 puertas

Aún recuerdo la primera vez que fui, en 1998, con un grupo de amigos de la universidad, y me pareció un lugar mágico. Después de ese paseo adolescente, no dejé de ir más. En mi mente está esa imagen, montado en un bus, con destino al centro histórico, escribiendo algunas líneas en un cuaderno que se perdió con el tiempo.

Llegué al Pasaje Aycinena (sin saber lo que ese nombre significa para la historia de Guatemala), me acerqué a la entrada de las 100, como le decíamos, entré, pedí una cerveza (me sentí tan adulto) y me senté a escribir. No podía haber sensación más interesante para mí. En mis años de formación, contrario a tanta gente que conocí con el tiempo, yo nunca tuve anhelos de ser artista, escritor, fotógrafo o revolucionario. Nunca imaginé escenarios en donde grupos de intelectuales, con temas de historia, de política, de inclusión social o de simple y llana creatividad, interactuarían conmigo. No, mi infancia y adolescencia, como yo la recuerdo, fue una sin nada más llamativo que mis conflictos emocionales por encajar.

Y encajé. Encajé tan bien que las 100, como ahora se le conoce popularmente al pasaje, fue escenario de tantas historias. Ahí conocí a gente de otros países, que venían a Guatemala en programas de intercambio. Conocí gente de España, de Estados Unidos, de Argentina, Italia e Inglaterra. Aprendí que el pan con ajo puede ser una delicatessen incomparable. Probé por primera vez un plato de lentejas. Aprendí a saborear un buen ron. Allí llevaba a mis citas: una española, una suiza, muchas guatemaltecas. Allí me dijeron que tengo "tacto de elefante".

En realidad, son muchas las historias y muchas las anécdotas, pero, lo que más, es la sensación de haber sido parte de la historia de un espacio físico, que te deja tantas emociones, tanto recuerdo y tanta felicidad compartida.

Y es tan genial todo, que también supe cuándo apartarme de esa historia, cuándo dejar atrás a ese espacio, a la gente nueva que fue apareciendo, al cambio de visión (mía principalmente) y saber que, aunque yo crecí y me aventuré a más aventuras, ese espacio, aunque ya no esté ahí más, siempre estará conmigo.

Hasta siempre! 

Comentarios