Luna



El viento fuerte soplaba mientras caminaba en la noche oscura. Su cabello suelto golpeaba suavemente el costado de su rostro. Solamente el claqueteo de sus zapatos irrumpían la tranquilidad de esa pequeña callejuela alumbrada por una luz tenue y amarillenta. Una imagen que bien podría incluirse en una película noir, de esas blanco y negro en donde un solitario detective persigue pistas rebuscadas y misteriosas, con música de saxofón de fondo.

Con las manos entre los bolsillos, caminaba con paso firme, pero sin prisa. De cuando en cuando, levantaba la mirada para dar pausa a sus pensamientos…

…unos autos anónimos rompían el viento intermitentemente. 

De pronto su andar se detuvo. Frente a ella se presentaba una figura robusta, pero amigable.

-- ¿Qué te trae por acá? –
-- Nada, simplemente decidí salir temprano –

El hombre sacó de su bolsillo un cigarrillo. Su rostro aún no se divisaba claramente, debido a la forma en que la luz de la calle bañaba su silueta.

- Te veo diferente ¿qué tienes esta noche?

Ella, sin mirar atrás, siguió caminando mientras susurraba – parece molesta –. El hombre, de gruesos rasgos y voz profunda le lanzó un grito ahogado por las ráfagas de viento - ¡Nos ha observado desde siempre!

Después de largo rato llegó frente a un edificio de apartamentos. No sabía si debía entrar en él. Todo lo que usualmente le rodeaba, era diferente a lo que sabía que encontraría ahí. Agachó la mirada mientras se mantenía parada frente a este nuevo umbral.

Parecía que pensaba, aunque su mente estaba en blanco. Buscaba dentro de sí comprender lo que su cuerpo le decía. Poco a poco, comenzó a ver cómo los impulsos eléctricos que su cerebro emitía le llevaban a dar un paso hacia adelante.

Clac

El retumbo de su tacón rompió el trance momentáneo.

Clac, clac, clac

Justo cuando empezaba a intentar entender el por qué de su realidad actual, sus pies ya habían marcado el camino. Ya no había vuelta atrás. Frente a la puerta, después de esperar un momento, apareció un hombre alto, de mirada serena. Ella, con la mirada al suelo y labios rojos, dibujó una sonrisa tímida.

Durante un instante, un momento detenido en el tiempo, solamente el soplar del viento rompía el silencio. Luego de verla de pies a cabeza, de inspeccionar su mirada, de explorar sus manos, su cuello y su aroma el hombre miró hacia arriba y sonrió:

- La luna nos observa.

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