El encuentro (parte 1)

Habían pasado ya unos cuantos días desde que había tenido la confirmación de que se reuniría con ese personaje que tanto admiraba y por quien sentía una especie de amor profundo. Su corazón sentía una especie de ansiedad, no tanto por el viaje en sí, sino por la pequeña ventana de oportunidad que se había abierto para lograr esta reunión.

Para conseguirlo, debía de abordar un vuelo de poco más de tres horas, hacer una rápida escala y volar otras tres horas más. En los tiempos que corren y la tecnología que nos domina, este periplo se veía más sencillo que viajar desde la ciudad de Guatemala hasta la Isla de Flores (o así parecía).

Antes de continuar, es importante aclarar que el encuentro entre estas dos personas sólo pudo ser posible gracias a la participación e ingeniería de más de 20 personas, ubicadas en tres países diferentes. La clave fue que la transición del gobierno local no había llegado a ser tan caótica como se esperaba y que, desafortunadamente, ciertos personajes habían librado el tiempo de prisión que se les había sido impuesto, gracias a un tecnicismo legal, que no vale la pena detallar aquí. Sin embargo lo que sí interesa es que el tiempo que estas dos personas tendrían sería únicamente de 48 horas, a partir del aterrizaje del último vuelo. No suena a mucho, pero sería más de lo que habían compartido en cerca de 10 años.

Acostumbrado a viajar, alistó su equipaje, puso la alarma y decidió irse a la cama temprano, después de todo, debía estar en el aeropuerto a las 5:30 de la mañana. Al llegar, hizo todo lo que se debe de hacer en estas ocasiones: chequeó su equipaje, comió algo antes de dirigirse a la puerta de abordaje, hizo algunas fotos. Luego de hacer la pequeña fila para abordar el avión, encontró su asiento, se colocó el cinturón de seguridad y se acomodó para dormir un poco durante su primer vuelo.

A diferencia de los días anteriores, su mente no había divagando mucho acerca de esta fecha en particular. Un pensamiento por aquí, una conversación por allá, no más que eso. Sin embargo, mientras el resto de pasajeros llenaba la aeronave, su cabeza comenzaba a explorar cada vez más de posibles escenarios que podría experimentar una vez aterrizado su segundo vuelo: ¿Quién irá por mí? ¿Pido un uber, un taxi o me voy en el metro? ¿Qué le diré al estar frente a frente?"

Mientras, el capitán de la aeronave hacía los anuncios de rutina y el video de las indicaciones de seguridad corría por los monitores. Sin prestarle mucha atención, el avión despegó haciendo que las descoloridas casas de la ciudad se hicieran cada vez más pequeñas. 10 minutos después del despegue un "ding dong" interrumpió su frágil sueño.

- Your attention ladies and gentleman, the noise that you heard was the landing gear that was unable to close correctly. Because of that, we have to land the ship again and see what our mechanics can do to fix the problem"

El sueño desapareció. No hubo siquiera tiempo para pensar en sí ese mensaje les ponía en riesgo a él y al resto de personas con las que compartía vuelo. Durante 30 minutos, el avión tuvo que dar varias vueltas sobre la ciudad, antes de obtener la autorización para aterrizar de nuevo. Cuando finalmente lo lograron, nuevamente el "ding dong"

- Ladies and gentleman, I have to inform you that, in order for the mechanics to work on the airplane, we have to get down from the aircrafts with all of our luggage.

El problema no sería de fácil solución.

Comentarios