Cita de a 6 centavos

Una mixta, una mini grapete y un paseo por la cosmopolita sexta avenida. El asunto iba sencillo: manitas sudadas, sonrisas nerviosas y los deseos carnales reprimidos por “el que dirán”. Habían valores y principios. Se podía caminar desde el guarda hasta el centro a las 7 de la noche y “no pasaba nada”. Le llamaban tacita de plata. Los patojos que vivieron esa época eran “patojos de bien”, no se metían con nadie y buscaban siempre superarse por el bien del país.

Ahora, esos patojos muestran en sus rostros el paso inminente del tiempo. Canas, arrugas, achaques y dos generaciones más de guatemaltecos se escriben en sus libros de cuentas. El baúl de los recuerdos y las añoranzas los mantienen cuerdos, al ver cómo la realidad de aquel país “bueno y seguro” que habitaron ahora es dominada por videos incriminatorios, manifestaciones polarizadas, asaltos, secuestros, asesinatos, narcotráfico y un largo etcétera. Eso patojos que recorrían las calles de la ciudad a pie y a altas horas de la noche, ahora se guardan en sus casas (convertidas en prisiones alambradas) antes de las 6 de la tarde.

Ahora, nosotros somos los patojos. Las citas seguramente no te salen a 6 centavos (ir al cine fácil te sale en Q100, más la gasolina, el parqueo, la cena o el cafécito y algún otro gusto para lograr que de la manita sudada se pase a algo más). La sexta avenida es de todo menos cosmopolita (aunque puede ser una alternativa, por sólo Q5, para evitar gastar esos ciento y pico de quetzales ya que la variedad de películas y series de tv es inmensa). Igual se puede caminar, pero corrés el riesgo de contraer un enfisema pulmonar por tanto humo de camioneta (por esto si no hay ley, ni supervisores del ministerio de salud, ni multas a quienes contaminan), o bien que te pongan por ahí, que los charas te pidan cigarros, que compartás tu comida con ellos, o cualquier cosa.

Oyendo a estos dos viejitos que me contaban de las “maravillas” de haber vivido en esa lejana y desconocida tácita de plata, pensaba yo que igual tiene su mérito el haber nacido en esta época, crecer en estas desordenadas y caóticas calles y experimentar diariamente lo que significa subirse a un bus, salir de noche, esperar a que cambie de luz el semáforo, echarse unas chelas y aguantar al desgobierno que tenemos.

Si, seguro era chilero meterse 20 centavos a la bolsa y vivir bien durante una semana, pero esos viejitos, que añoran constantemente esos años, deberían de ser más sinceros, a mi modo de ver las cosas, y aceptar que algo tienen que ver ellos también en lo que vivimos ahora. Algo hicieron o algo dejaron de hacer como generación.

Comentarios

Seletenango ha dicho que…
Esos tiempo, ahora con mayor expresión tenemos que luchar por cambiar nuestra ciudad, devolverle, paz, honor y gloria!