La metáfora del coyote y el corre caminos


Cuando era un niño de unos 6 años aproximadamente, mi viejo me puso dos sobrenombres inspirados en mi afición a un programa de televisión y a una característica física mía. Uno de ellos era correcaminos, inspirado en una de mis caricaturas favoritas. Para mí era interesante ver noche a noche como la fuerza de voluntad superaba la falta de inteligencia, de suerte y de puntería del Coyote. No importaba el carisma que este personaje tenía, nunca lograba su objetivo. Ese carisma de hecho, hacía que yo secretamente hiciera porras y deseara que algún día capturara al bendito correcaminos. Por ahí surgió un mito, que nunca comprobé, que hubo un capítulo en el que finalmente logra acorralar al ave corredora en una cueva y que ahí se la come. No sé si eso fue cierto.

A qué viene este cuento? Pues bueno, ahora con mis 20 tantos encima, con un recuerdo que ya no recuerdo tanto acerca de ese sobrenombre cariñoso utilizado por mi viejo y con la inocencia pidiendo pelo porque ya casi no existe en mi vida, volví a ver ese programa que tanto me gustó en mi infancia. Miraba y me preguntaba cómo el coyote conseguía tanto pisto para conseguir tantos artefactos defectuosos de la compañía ACME. Al mismo tiempo me preguntaba cómo es que nunca solicitó reembolso, nunca hizo un solo reclamo a la empresa, nunca lo recompensaron por ser cliente frecuente (ni siquiera le ofrecieron una tarjeta de cliente distinguido o algo así).

Luego, inmerso como cualquier otro guatemalteco en este ambiente tenso e incierto, me sentí como el coyote y vi a ACME como al Estado que nos gobierna. Somos tan mulas, como pueblo, que aunque la tienda nos ha dado miles y miles de productos defectuosos, nunca hemos exigido un reembolso de dinero. Nunca fuimos al departamento de servicio al cliente y solicitamos un cambio por un producto que funcione. Es más, con tanto historial de fallas, nunca se nos ocurrió que nos probaran el producto antes de pagarlo y sacarlo de la tienda. Y los de ACME (el gobierno) nunca tuvieron la sutileza de tratarnos dignamente. Lo único que le importa a los de ACME es que sigamos consumiendo sus productos defectuosos, que seamos la burla de cualquiera que vea nuestra situación, y que, después de caer por un número inmenso de acantilados, peñascos, puentes y cañones, después de ser arrollados por trenes, volados en mil pedazos por artefactos defectuosos y aplastados por rocas y catapultas, regresemos con nuestra ilusión por alcanzar nuestros sueños, y caigamos otra vez en la trampa de ACME.

No sé, a lo mejor es momento, después de una larga historia de desengaños, mentiras y burlas, que exijamos una modernización de ACME, para que podamos, en cualquier momento que queramos, ir, reclamar y solicitar, si es necesario, un reembolso por un producto que no nos sirvió. A lo mejor, incluso, podríamos exigir que se terminara con el monopolio de ACME y tuviéramos alguna otra alternativa para comprar nuestras catapultas y patines con cohetes. De esa forma, creo, el mito ese de que podemos alcanzar el sueño de vivir en una tierra de oportunidades pueda ser comprobado…

Comentarios

Abril ha dicho que…
jajajajaja fijate que yo siempre me pregunte eso... como era que tenia pisto para comprar tanta cosa.

Vos que bueno leerte!

Un abrazote