De costa a costa

Últimamente he comprendido que los contrastes que este país nuestro nos regala son tan profundos como evidentes. La topografía, las costumbres, los idiomas. Hasta la forma de caminar y de verte a los ojos varía según la latitud en la que uno esté. Y para sacar todas esas conclusiones, que son pocas, no hace falta mezclarse en la profundidad de cada pueblo o etnia que elaboran una nación multitodo. Basta rascar un poco la superficie para observar esas características.

La semana que recién pasó tuve la oportunidad de visitar las dos costas de Guatemala. Primero fue el pacífico. Y bueno, qué decir del pacifico. Sitio de fiestas, desmadres e intentos por borrar la realidad con sal, arena y amaneceres de fotografía. Esa visita se dividió en dos partes. La primera de “trabajo” (lo pongo entre comillas porque el trabajo se sufre y se hace porque hay que hacerlo, yo me la gocé). Por primera vez en mi vida tuve la oportunidad de navegar mar adentro, 55 km para ser exactos, como parte de un torneo de pesca deportiva patrocinado por el INGUAT y la asociación de pesca de Guatemala. 55 km de agua que me separaban de tierra firme, acompañado por un grupo de 5 estadounidenses, varias cañas de pescar y el deseo de ver en vivo especies marinas que generalmente solemos ver en la tele o cocinándose en una gran olla. Curiosamente no me afectó tanto el mareo, al menos comparado con otros compañeros de profesión que también estuvieron en el viaje (uno de ellos aseguró haber vomitado por lo menos 25 veces, yo lo hice sólo 2 :D). Tristemente no vimos ningún pez o especie marina, pero la experiencia fue interesante.

Seguir leyendo...


La segunda parte también fue una primera vez. Luego de la fiesta de cumpleaños de una chava a quien acabo de conocer, salió esa frase tan característica de los chupes chapines: “sale puerto!!!”. Creo que cualquiera de nosotros ha escuchado esa frase luego de un despelote alcoholizado. Y bueno, después de ser uno de los que insistió en hacerlo, mi viaje transcurrió entre sueño y sonidos lejanos. El viaje de ida, con el pato como hábil co
nductor, me dejó un único recuerdo. Entre mi sueño escuché que nuestra otra compañera, Irene, me preguntó “tienes para el peaje”. Recuerdo haber hecho un intento por sacar dinero de mi bolsa, pero el sueño y el alcohol en mi sangre no me lo permitieron. Ya luego en la playa, como a las 4 de la mañana, la cumpleañera y otros dos compañeros nos adueñamos de ese mar que es tan chapín como las tortillas. En esta ocasión y a pesar de las ondas frías, el agua estaba cálida, gentil y relajante. En definitiva una experiencia agradable, sobretodo por la compañía.

Luego el miércoles recién pasado me tocó cubrir el día de los garífunas, que se realiza el 26 de noviembre de cada año. Lo curioso de esta celebración, y el choque cultural que provoca, es ver personas negras hablando como hablamos nosotros. Nuestras expresiones, nuestros modismos. Y digo esto porque por la televisión y el cine, uno medio se acostumbra a ver a personas de color hablar en inglés, medir mil metros de altura y ser excepcionalmente buenos para el basket. Igual y luego te dejan con la cara de signo de interrogación cuando se expresan en su idioma natal, el garífuna. Una cultura de la cual no hemos aprovechado mucho en este país. Por ahí cada quien se enfrasca en su propio universo olvidándose que existen mil galaxias más, y que el intercambio es beneficioso para ambas partes. Y eso que Livingston es un tributo a la colisión de pueblos. Por un lado de la isla la punta, los garífunas, el rice and beans, sus grandes ojos, su mirada perdida y su andar cadencioso. Por el otro los q’ueqchi’s con la mirada tímida, sus maneras discretas y su amabilidad cotidiana. No son tan fiesteros como los garífunas, pero de igual forma te hacen sentir bienvenido.

Y al final de mi viaje, logramos conocer a un par de chicas estadounidenses/beliceñas, quienes muy amablemente nos colaboraron para sacar un trabajo que teníamos que realizar. Una gama de culturas, idiomas y sabores confluyeron en esta semana. Desde el castellano, pasando por el creole, el garífuna, el q’ueqchi`y el chapin. Muy buena semana la que disfruté. Si tienen mi facebook ahí colgué algunas fotos de Livingston y en vivaGuate.com hay unas de la pesca deportiva. Saluditos a todos.

Comentarios

Abril ha dicho que…
Un trabajo asi quiero yo!!!!!!!!!!!!!


Yo viajo... pero sus viajes tienen mas diversidad!... aaah el trabajo.

Que envidia!! de la buena.

Saludos
Jorge Rodríguez ha dicho que…
Bueno Abril, igual creo que todas las cosas tienen sus particularidades y lo bueno de nuestro país es que, sea de la forma que sea, siempre nos sorprende (positiva y negativamente).

Saludos y buena onda por leerme :D