Historias de una camioneta (parte 1)


Eran alrededor de las 2.30 de la tarde. El día en esa parte de la ciudad estaba nublado, un tanto fresco, dirian los viejitos. En mi cabeza los planes de acción para poder salir, o al menos alivianar, la crisis económica en la que me encuentro sumergido, rondaban y se entrelazaban unos con otros, “hay que mostrar seguridad”; “es necesario adoptar X o Y actitud”, “las cosas se mejorarán con el tiempo y el esfuerzo”.

Despuès de 15 minutos de estar parado esperando el bus, mis pies, junto con mi paciencia empezaron a agotarse. De pronto de la nada apareció la camioneta 2 que me llevaria al centro de la ciudad, en donde abordaría otra camioneta para llegar a mi destino final, y asi poder enviar unos pendientes que tenia. Me subí y al caminar entre las filas de los asientos noté que los únicos lugares disponibles estaban hasta atrás, a la par de la puerta de salida. Me senté y en la siguiente parada se bajaron unas personas dejando un asiento completamente vacío. Generalmente no soy de los que se cambian constantemente de lugar, pero en esta ocasión decidí hacerlo. Realmente me llamó la ventana. De cierta forma siento que estoy viendo una película. Viendo los cuadros que componen la vida cotidiana de este nuestro desordenado, caótico, violento, inverosimil y anecdótico pueblón. Cada escena es una postal urbana.

Frente al campo de marte, por ejemplo, hay unas instalaciones del ejército. No estoy seguro realmente qué hacen en ese lugar, pero cuando la camioneta pasó por ahí noté una manta que rezaba “Industria Militar. Bazar”. Por un lado habia unos 15 aprendices de soldado sentados en la acera luciendo sus nuevos uniformes verde olivo (el Estado Mayor de la Defensa acaba de estrenar nueva indumentaria para los efectivos del ejército. Hora de otra ampliación presupuestaria jejeje). Por el otro un pequeño toldo con prendas alusivas al ejército. Botas, playeras, chaquetas, pantalones. No cabe duda que la crisis mundial nos afecta a todos por igual.

En fin, de ahí hasta la entrada de la 11 avenida de la zona 1 el viaje fue más o menos normal. Al menos iba cómodo porque tenía un asiento sólo para mi. De pronto, al cruzar la 16 calle, empecé a ver cómo un montón de gente comenzó a subirse, algo inusual en ese tramo, ya que por lo general es aquí donde el bus se empieza a vaciar. “Adiós comodidad pensé” De pronto veo entrar una ajustada blusa de rayas horizontales color fucsia. Lo primero que mi mirada captó fue el tamaño del pecho de la chica que portaba dicha blusa. Esperaba que pasara a la par mía para poder voltear la mirada y verla más detenidamente ya que, como sucede usualmente, a todas las chavas que se suben a un bus donde yo voy, nunca se sientan a la par mía. Será miedo, será el tatuaje, serán los lentes oscuros o será el semblante de loco que tengo, no lo sé. Pero en esta ocasión no fue así. Se sentó a la par mía. Además de su sugestiva prenda de vestir, llevaba en la mano izquierda una bolsa plástica grande, similar a esas bolsas que te dan en esas tiendas multidepartamentos. En la otra traía su bolso, el cual dejó caer sobre mi pierna, o casi. Inmediatamente sentí su mirada sobre mí. Durante dos cuadras los pensamientos anti crisis económica y la afición por crear postales urbanas desaparecieron por completo. También mis planes previamente trazados. Lo único que corría en mi cabeza era “hay que hablarle” “debo mirar tetas, con sutileza, pero igual debo verlas”.

Seguía sintiendo su mirada sobre mí y veía en ella la misma inquietud por hacer el primer movimiento. Y lo hizo. Sacó su teléfono y empezó a hacer unas llamadas. Marcaba e inmediatamente cerraba el teléfono. “Esta es mi oportunidad” me dije a mi mismo. Quienes no estamos acostumbrados a acercarnos a desconocidas, las líneas para entablar una conversacion de la nada con alguien inédito, suelen ser tontas y obvias. “Qué? No te contestan?” todo un físico cuántico él con sus inteligentísimas preguntas. A pesar de lo obvio y estúpido de esas líneas, creo que las mujeres agradecen el gesto de atreverse. Inmediatamente con una sonrisa me miró a los ojos y me respondió “No”. Lógico. Si no está hablando por teléfono es porque nadie le contestó.

Pero bueno, el primer paso estaba dado. Lo importante en estos casos no es llegar, sino saber mantenerse. Venía lo más complicado. Conseguir información personal. Nombre, destino, tamaño de brasier (ah no eso no). Con una voz entrecortada por la ansiedad esbocé “vivís en el centro?” “ Si, vivo por el parque morazán, y tú?” Ajá, vive por mis terrenos. La ansiedad, la inseguridad y la tartamudez empezaron a dar paso a una seguridad conocida. El sartén empezaba a darme el mango. “Si, yo vivo tambien por el parque” repliqué. “Morazán?” “No, central”. Fue en ese momento que algo me poseyó. Pudo ser su sonrisa coqueta. Pudo ser su mirada. Probablemente hayan sido ese par de tetas que me pedían a gritos verlas de frente y a los ojos. Me dije a mi mismo “qué pisados, si te dice que no, igual no la volvés a ver nunca”.

“Y qué andás haciendo? Trabajando?” me preguntó, al tiempo que intentaba indagar tras mis lentes oscuros hacia dónde apuntaba mi mirada. “No, hoy es viernes y el trabajo es para los pobres” contesté; “la verdad es que voy a mi apartamento a cocinar algo porque no he almorzado y tengo hambre”. Me sentía en total control de la situación. Sé por experiencia que para una mujer, un hombre que cocina es como un eclipse total de sol. Les han contado de ellos, pero nunca lo han visto. “Si querés te invito a comer”. Su mirada me dijo que todo estaba hecho. La sonrisa pasó de coqueta a sensual. Esas sonrisas son clásicas. Medio de lado, casi guiñendo el ojo y mostrando un poco la dentadura. Esa es la sonrisa que te dice “vamos a ver que tan bueno sos”. Pero no todo estaba hecho aún. De pronto ella recordó que vive en Guatemala y que los extraños son sinónimo de aparecer en la portada al día siguiente en Nuestro Diario.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Entonces No hubo nada, al menos le viste las tetas o que te quedaste con las ganas
Jorge Rodríguez ha dicho que…
Esta es la parte 1 del relato, ya viene la parte 2
Gabriel Arana Fuentes ha dicho que…
de momento todo bien. Una evolución marcada en tus relatos. Supongo que el tema es lo que hizo volcar esta crónica de camioneta en tips para el ligue vaa, me esta gustando.
Anónimo ha dicho que…
me llega la fona en la q esta escrito... aaa las cosas q pasan en el pais, historias urbanas
Edgarín ha dicho que…
Uta vos yorch, con lo que odio en cada narrativa el famoso título:

To be continued.....

pero esperaremos a ver que pasa con la patoja del escote... ¿y si es la de la foto del post??? jajajaja....