Blood junkies


En nuestra bella y querida Guatemala, una sirena de ambulancia, una cinta amarilla de policía y una unidad móvil del MP son sinónimo de tumulto, conmoción y la segura portada de Nuestro Diario y Al Dia de la mañana siguiente.

Es increíble ver y vivir cómo en nuestro país eventos deplorables y condenables atraen a tantas masas y son el ingrediente ideal para las ventas y la culturización de nuestra sociedad. Hace como tres meses estaba haciendo un trabajo relacionado con el transporte público, y en mi investigación encontré un reportaje que sacó una revista, ya desaparecida. En él, el reportero mencionaba que el día de la inauguración del sistema de transporte colectivo patrocinado por la municipalidad, lo que más captó su atención fue ver que la mayoría de las personas cargaba una copia de algún periódico sensacionalista bajo el brazo. Esta gente, que constantemente se queja de la situación que los golpea diariamente es la primera consumidora de esos productos, y es la misma que constantemente allana el camino para que el estilo de vida y la cultura de violencia se asiente cada vez más en los cimientos de nuestro país.

Y hay una explicación bastante sencilla para éste fenómeno. A los chapines les gusta la sangre, el terror y la violencia. No es extraño ver un cuerpo de algún cristiano que acaba de ser asesinado, rodeado de niños, adultos mayores y gente de todo tipo. Un accidente de tráfico, por muy sencillo que sea, será la causa para un congestionamiento de cientos de metros de longitud porque todos y cada uno de los conductores, tienen que pasar cerca del accidente para ver si hubo algún muerto, o si hay sangre regada en el asfalto. Y así se pueden citar cientos de miles de ejemplos y situaciones que, lamentablemente, suceden a diario en Guatemala.

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Yo me considero una persona optimista, pero al ver estas actitudes me hacen plantearme la idea de que esta sociedad se mantendrá sumida en el lugar donde está actualmente. Claro, es sencillo culpar al Estado y a sus funcionarios por la incapacidad y la ineptitud con la que manejan los hilos del país. Por muy cierto que esto sea, también es necesario tomar en cuenta que los cambios, para que sean realmente efectivos, son necesarios hacerlos de forma individual y concienzuda.
No tiene sentido, por ejemplo, que existan trabajadores municipales recorriendo las calles de la ciudad con escoba en mano, si constantemente la basura es lanzada de autobuses del transporte público, escolares y similares, carros particulares y peatones que simplemente no pueden guardarse sus desechos y esperar a encontrar un recipiente adecuado para la basura. Para mí es lo mismo bajarse el pantalón y cagar en cualquier momento y lugar a tirar basura sin que nos importe si es en la calle, un edificio público, un bosque o donde caiga.

Son estas actitudes las que hacen peligrar mi fe en la gente de este país. Es ese el miedo que invade más mis pensamientos. Claro, me puede pasar algo en cualquier momento, pero es la indiferencia masiva la que mata, la que entierra y la que permite que los vicios que se han enraizado en nuestra sociedad se mantengan y se conviertan en perpetuos, en detrimento de nuestra salud mental, física y emocional.

Deberíamos de dejar el disfrute por la sangre y el caos a una sala de cine. Al menos ahí pagamos por ver escenas sangrientas.

Comentarios

Gabriel Arana Fuentes ha dicho que…
Hace casí dos años mataron a Douglas, a tres casas de mi casa. El chavo en realidad las debía. El día de su muerte, le disparon cuatro veces dede una moto. No voy a entrar en detalles, cuando la policía acordonó el lugar, había mucha gente, lo de siempre. Lo que me sorprendió, es que una señora con niño en brazos y dos hijos menores de 10 años estaban viendo el cadaver, como si fuera una película. Luego unos novios se estaban besando a quizas 10 metros del cuerpo del Douglas. Ahí me di cuenta del tipo de pueblo que somos.
David Lepe ha dicho que…
Y creo que es la pura falta de educación, que te hace tener pocos o débiles criterios para entretenerte, y entonces la gente se emociona con un muerto. Y mientras más chorros de sangre, mejor el chisme.
Yo un tiempo compré La Extra, yo entiendo el morbo, lo bueno es que fue solamente una fase.