Mi divorcio del cine


Cuando se acercaba la típica temporada de estrenos de verano, claro verano en gringolandia que es la época en la que se estrenan los grandes títulos cinematográficos, me sentía bastante emocionado. No porque alguno de los títulos me hiciera brincar de la emoción y la expectación, como lo hice cuando salió Kill Bill 2. Más bien porque pensaba "éste si será mi año".

Para comprender esto, debo de comentar que mi última experiencia en una sala de cine fue cuando estrenaron la tercera parte de los hombres X. Luego de eso, por razones económicas, falta de compañía o por pereza en general, dejé de ir al cine.

Me perdí los grandes efectos de sonido de películas como 300, Spiderman 3, que luego vi en la comodidad de mi cama, a un precio de Q10 por cada película. También me perdí de algunas películas que probablemente me habrían gustado, pero como no puse atención a las carteleras, no tengo ni idea de qué películas son. Y en general, me perdí de todo ese ritual cinéfilo. Que los hot dogs, que la coca cola, que los chocolates y los poporopos.

Pero éste sería mi año. La película que más me llamó la atención, y lo mencioné en algún post por acá, fue la de Indiana Jones. Por ahí me despertaba curiosidad Good Country For Old Men o Ironman. Ninguna de ellas las he visto.

Finalmente el domingo pasado, me salió la oportunidad. Fuí a ver Hulk. No soy gran fanático o conocedor del monstruo verde. Pero igual fui. Mi gran sopresa: la entrada al cine cuesta Q33 ($4.4). Un hotdog, de lo cual no estoy muy seguro, cuesta unos Q20 ($2,66) al igual que una coca cola grande. El combo, creo, no bajará de los Q35 o Q40 ($5.33) y lo más sorprendente y grosero. Una botella de agua pura cuesta Q14 ($1.87). O sea, digamos que en promedio uno por una salida al cine puede gastar entre Q50 y Q70 ($9.33).

Yo sé que en éste mundo consumista, el que tiene el dinero, puede hacer lo que quiera sin pensar o preocuparse por aquellos que no tienen. Sin embargo, gastarse más de $9 en dos horas, para ver una película que no deja absolutamente nada al país ni a su población, cuando muchas personas en el interior viven con unos $8 al mes, me parece una total ofensa.

No pretendo de llevármelas de puritano. No pretendo criticar a quienes lo hacen. En realidad, y aunque esto no sea lo esencial, yo he malgastado mayores cantidades de dinero en situaciones mucho más superficiales. Lo que si me parece irritante es que en nuestras propias caras, nos maltraten, nos asalten descaradamente y nos hagan sentir que la vida gira en torno al consumo discriminado.

Puede ser que esté hablando pajas. Pueden ser muchas cosas. Igual, creo que a nadie le importará que yo deje de ir al cine. Total, cerca de donde vivo encuentro todas las películas que yo quiera, con buena calidad a Q5. No me importa lo que piensen los grandes estudios de cine. Total, ellos no hacen nada por mí.

Para aquellos que seguirán asistiendo al cine, tampoco criticaré, cada quien hace con su dinero lo que quiere. Pero si digo que al menos ejerceré mi derecho de decidir. Y mi decisión de alejarme de las salas de cine, que son manejadas por una empresa mexicana para más chingar, no por la nacionalidad sino porque eso significa menos ingresos para el país, es definitiva.

Por cierto, me gustó Hulk.

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