En principio los puse junto a la ventana de mi apartamento. Uno a uno ordenaditos "cuidaban" del centro histórico con su mirada de plástico. Pero, luego nació mi chavito y el pasotismo de estas figuritas cobró nueva vida y, como es de esperarse, la mayoría se fue perdiendo hasta que ahora sólo me quedan unas cuantas, las que, cada vez que aparece aquel, sufren lo que cualquier juguete sufre, y disfruta también, en las manos de un niño.
En fin, este es una especie de tributo a esos muñequitos que creo ahora se divierten mucho más que antes, cuando sólo se mantenían ahí parados acumulando polvo.
Comentarios
De pronto el valor que le diste a algo.... se va! se pierde!!
Saluditos.